GUERRA FRIA: LA REVOLUCIÓN CHINA (CAP 38)


La guerra fría llega al Asia, de la mano de la Revolución China en 1949. Un acontecimiento que no es más que una búsqueda individual de los chinos para hallar una salida histórica a la crisis en la que se encuentran, pasa a ser interpretada por la única lógica posible en aquellos tiempos: la oposición USA/URSS, Occidente/Oriente, Capitalismo/Comunismo

LA REVOLUCIÓN CHINA


Si estábamos en Europa del Este y con la división de Alemania, ¿cómo llegamos con la guerra fría a China?

 

UN POCO DE ORDEN CRONOLÓGICO


Los chinos tuvieron durante 1500 años un orden social estable: el confusionismo. Este orden consiste en una serie de círculos concéntricos que organizan a la sociedad, dándole a cada uno un lugar y una serie de deberes derivados del lugar que ocupa. Ordena las relaciones entre soberano y súbditos; hombres y mujeres; mayores y menores, etc. Hay un momento en el que China empieza a perder el rumbo de su historia cuando este orden social comienza a resquebrajarse, y no logran encontrar las respuestas necesarias para afrontar la crisis social. A lo largo de su historia, los chinos fueron capaces de resolver sus propias crisis, porque al estar aislados, las respuestas siempre provenían de ellos mismos.




Pero en el siglo 19, esto ya no es posible: Japón ya tienen en marcha su proyecto de modernización, industrialización y expansión; Inglaterra y Francia son los dueños absolutos de los mares; el colonialismo es el orden histórico internacional; Alemania se acaba de unificar y no quiere llegar demasiado tarde al reparto territorial de las potencias. Realmente, la coyuntura histórica para China no es la más halagüeña para lograr reconcentrarse en su aislamiento y hallar nuevamente su rumbo histórico. Sin chance de entrar a la modernidad, le cae todo el orden internacional encima.

El aislamiento se lo quiebra Inglaterra a cañonazos en las Guerras del Opio, cuyo resultado fue la apertura compulsiva de los puertos chinos y la cesión a favor de Gran Bretaña, de Shanghái y Hong Kong. Para la misma época, Portugal le quita Macao.

El avance colonial va descuartizando lentamente a China. Ellos lo llaman “La muerte de los mil pedazos”. Esta situación generó, en la sociedad china, un enorme rechazo hacia el colonialismo. Para ellos el sistema colonial es como una especie de parásito, que se lleva todos los recursos de un país, en beneficio exclusivo del otro. Y para colmo lo desprecia. Eso era algo que a los chinos les dolía profundamente. Ellos son un pueblo con una cultura milenaria, que lo inventó todo, y no tienen ganas de tolerar que los desprecien, y para colmo en su propio país. La situación parasitaria del colonialismo genera en China mucho hambre, por los que miles de chinos emigran al pujante y prometedor EEUU. La situación allí mejoró, solo para algunos. Los huesos de miles de emigrantes están enterrados bajo las vías en la construcción del ferrocarril transcontinental.

Frente a la atomización de China, todos buscan una salida, pero la respuesta sigue siendo esquiva. En la segunda mitad del siglo XIX se produjo la Rebelión de Taiping. Un enfrentamiento de ribetes religiosos, que evidencia la necesidad de un pueblo de encontrar un rumbo y dejar de estar a la deriva. Los muertos llegaron a 20.000.000, y si las potencias occidentales no intervenían, la matanza hubiese sido mayor. Esta intervención, y posteriormente la Rebelión de los Bóxers (1900) les dio a los occidentales la justificación para meter pie en China.

La rebelión de los bóxers fue la expresión del descontento chino frente a las injerencias económicas y políticas de las potencias europeas, evidenciadas a través de las "guerras del opio" contra G. Bretaña (1839-1842 y 1856-1860) y contra Japón (1894-1895).

Los bóxers (“boxeador”, “púgil”) constituían una sociedad secreta con connotaciones políticas, practicantes de artes marciales. Su objetivo era expulsar a los extranjeros de China. En 1899 emprendieron una campaña de terror por el norte del país que, inicialmente, se dirigió contra misioneros cristianos.

Ya en el siglo XX, y para continuar con la retahíla de tragedias, se chocan de bruces con el proyecto expansionista de Japón. El imperio japonés, primero les quitó Corea, que históricamente había estado vinculada a China, y ya en 1934, invadió la Manchuria, rebautizándola Manchukuo. Los japoneses utilizaron a Pu Yi como emperador títere para legitimar la ocupación, mientras seguían avanzando.

#El último emperador (película)

La invasión japonesa, abrió heridas que aún no han cicatrizado: matanzas, bombardeos, experimentos sobre personas, crímenes comparables a los nazis que no fueron debidamente investigados ni juzgados.

Todas estas tragedias provocaron en la sociedad una gran polarización. Se formaron dos bandos: uno de ellos, el Partido Comunista no tranza con los japoneses ni de casualidad. El otro, Kuomitang o Partido Nacionalista, es el resultado de la aparición de una serie de sociedades secretas que surgieron  ante la falta de legitimidad de la dinastía Manchú. Recordemos que, invadida o no, China era una China imperial y por lo tanto no existían, hasta entonces los partidos políticos.

El Partido Comunista Chino, surgido formalmente después de una serie de jornadas de protestas de los estudiantes en 1926, merece un análisis aparte.

MARX COME EL ARROZ CON PALITOS


El comunismo es un invento europeo, pensado para Alemania o para Inglaterra, que eran sociedades industriales; y parte de la base de que, si en dichas sociedades, se reparten equitativamente los recursos, todos pueden comer. Ahora bien, la revolución comunista no prosperó ni en Inglaterra ni en Alemania, sino en Rusia. Allí tuvo características completamente distintas al plan primigenio de Marx. Y es que Rusia pasó de la autocracia zarista a la revolución bolchevique sin solución de continuidad. No pasó por la modernidad, por lo que no desarrolló una serie de instituciones de las que Marx partía para sus teorías. La revolución soviética fue una revolución urbana, obrera y que propugna la eliminación del campesinado como clase social.

Mao Tsé Tung, quien llegaría a ser el líder de la revolución comunista en China, observó que en su país no hay obreros. Son todos campesinos. Por lo que se tornó necesario adaptar las teorías comunistas europeas.

Los chinos son un pueblo muy orgulloso de su cultura y de su civilización, de su inventiva, de la influencia que tuvieron sobre todos los pueblos que entraron en contacto con ellos, a todos los “chinizaron”. Por lo tanto, no estaban dispuestos a adoptar una teoría proveniente de Europa, sin antes pasarla por el tamiz de su cultura. El resultado es completamente distinto al comunismo soviético. La Revolución China será el resultado de traducir los elementos de la teoría a su propia cultura, a su propia lógica, a sus propias tradiciones. Fue una revolución campesina, que fue del campo a la ciudad y mucho más elemental en sus doctrinas.

Lo que sí tenía clarísimo el comunismo chino es que el enemigo a vencer era Japón. Con ellos no hacen concesiones. La claridad con la que el PCC se opone a la invasión japonesa, le generó simpatía y apoyo en el pueblo chino. Y así fueron ganado adeptos. El Kuomitang, liderado por Chian Kai Sheck, tenía una postura ambigua con respecto a Japón, y veía con buenos ojos la modernización de la mano de occidente.

Los dos bandos confluyen en una guerra civil y un enfrentamiento en campo abierto.

LA LARGA MARCHA


Ambos bandos tienen control territorial sobre distintas partes de China. El enfrentamiento lleva al ejército nacionalista a cercar y perseguir al ejército rojo, dando comienzo a la mítica “Larga Marcha”

Entre 1925 y 1927 se había desarrollado en China un proceso revolucionario que terminó con la masacre del movimiento obrero dirigido por el recién nacido Partido Comunista, a manos del ejército chino conducido por Chian Kai-Sheck, resultando cerca de 40.000 sindicalistas asesinados. La persecución desatada contra militantes comunistas en las ciudades también se desató sobre intelectuales y estudiantes, y, en el campo, contra el movimiento campesino. Aquí, un joven dirigente del Partido Comunista, llamado Mao Tse Tung, se refugió en las montañas de la provincia de Hunan, formando una base revolucionaria. Considerados “bandidos comunistas”, estos grupos soportaron la política de “cerco y aniquilamiento” del gobierno. Ante tal peligro, el 19 de octubre de 1934, miles de hombres que habían formado un gobierno paralelo comunista desde la base de Kiangsi, al sudeste del país, comenzaron la “Larga Marcha”, la gran epopeya de la Revolución China. Durante un año, más de cien mil hombres, mujeres y niños, recorrieron a pie 12.000 km hasta alcanzar el norte del país, debiendo franquear 18 cadenas montañosas (cinco de las cuales están cubiertas de nieves eternas) y 24 corrientes de agua importantes. Al final del recorrido, sólo 20 mil de los viajeros iniciales, lograron alcanzar la retirada estratégica que permitió la supervivencia de lo esencial del ejército rojo y del Partido Comunista.













A lo largo de la travesía, los comunistas iban llegando a las poblaciones campesinas, expropiaban las tierras y se las entregaban a los campesinos que las trabajaban, mientras los adoctrinaban sobre la necesidad de la Revolución. Cuando la Larga Marcha termine, los comunistas habían logrado el apoyo de millones de chinos del interior pobre y campesino. Mao aparece ya como la figura líder del movimiento. La leyenda ha nacido.

LA HISTORIA APORTA SU GRANITO DE ARENA


Hasta aquí todo muy heroico y legendario. Pero la realidad es que ni los comunistas, ni los chinos tenían manera de expulsar a los japoneses de su tierra. Era necesario que el Universo y la Historia les dieran una mano. La “mano” resultó un tanto sangrienta. EEUU construyó la bomba atómica, y decidió lanzarla sobre Japón. Los japoneses se rindieron incondicionalmente y comienza el retiro de las tropas continentales con ayuda de los aliados. De no haber sucedido todo esto, que nadie podía suponer ni prever (porque la bomba atómica fue la 1ª que la humanidad construyó), los chinos no hubiesen podido expulsar a los japoneses.

LA REVOLUCIÓN


En 1949, las tropas comunistas lograron vencer definitivamente a los ejércitos nacionalistas y se impuso la Revolución que llevó a Mao al poder. Se estableció así la República Popular China en el gran territorio continental. El Kuomitang, logra refugiarse en la pequeña isla de Taiwán y establecen allí la República Nacional China (la única que las potencias occidentales reconocieron durante muchos años).
Una era completamente distinta comienza en este milenario país.

La Revolución comienza una furiosa campaña para eliminar a todos los adictos al opio, la corrupción, las mafias. Estas “limpiezas” se hacen como de costumbre. A lo bestia. El régimen pone a todos los chinos a trabajar en grupos de jerarquías, dándoles así un sentido de dignidad y propia valía. El comunismo chino había sido muy crítico del orden confucionista, sin embargo, de alguna manera, termina montando un orden con ciertos parecidos: se le da a cada uno un lugar en la sociedad y en partido, se establecen reglas de juego, etc.

La revolución tuvo una gran aceptación. Dada la atomización, la polarización y desorientación de la sociedad, cualquier cosa es cariño.

China inaugura un nuevo rumbo histórico, que como vimos es un fenómeno exclusivamente chino. No tiene nada que ver con las doctrinas comunistas europeas (que eran hijas de la Ilustración), es una interpretación completamente particular que ellos hacen sobre el comunismo. Ellos tienen su propia lógica que no se rige por los principios aristotélicos, otras leyes cósmicas rigen su percepción del mundo y de la historia. Su conversión al comunismo es, objetivamente, solamente un intento propio de los chinos de encontrar una respuesta ante la disgregación social que venían padeciendo. Es su búsqueda de un norte y un rumbo como pueblo. Pero en 1949, la Guerra Fría ya está declarada, no hay lugar para hechos objetivos, todo tiene que tener una interpretación dentro de la lógica bipolar. Aunque haya que encajarla a los golpes.

¿CÓMO SE INTERPRETA LA REVOLUCIÓN EN OCCIDENTE?


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La interpretación occidental de la revolución sui generis de los chinos es la siguiente: La URSS tiene un inmenso territorio (1/6 del planeta) + avance sobre la Europa del Este (todos satélites de Moscú) + ahora tiene un aliado colosal (territorio y población)= la amenaza “roja” avanza sobre el continente asiático. Como si todo esto no fuera suficiente, el sudeste asiático está entrando en proceso de descolonización, si no detienen el tsunami, todo el continente asiático virará al comunismo. Inadmisible. EEUU empieza a elaborar la “Política de contención”. La guerra fría se instala en Asia. Corea y Vietnam fueron divididas por el paralelo 38 y 17 respectivamente (pocos años después empezarán los problemas allí también). Los sectores del norte de dichas divisiones eran evacuados de tropas japonesas por los soviéticos, los sectores al sur, por los aliados occidentales (ya profundizaremos sobre estos puntos).

Entonces, mientras todos los ojos estaban puestos en Europa, en Alemania y en la disputa entre EEUU y la URSS, en China triunfa la revolución. Si bien Stalin no propició ni apoyó la revolución, ante el hecho consumado, obviamente no dejo pasar la oportunidad de acercarse a Mao y formar un bloque con los chinos. Esta relación no duraría mucho tiempo. Algunos años después, China y la URSS se distanciarían irremediablemente. Pero mientras tanto, el pánico cundía en Occidente. El terror ante la propagación del comunismo, hizo que Japón pasara del status de enemigo a aliado estratégico de EEUU (igual que Alemania occidental) y pocos años después provocará los conflictos en Corea y Vietnam.


La próxima semana nos meteremos de lleno en las consecuencias de la Revolución y la política de contención: La guerra de Corea y el Macartismo. Nos vemos!!!!


















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