LA RECONSTRUCCIÓN: JAPÓN (Cap. 30)


Esta semana analizamos la increíble reconstrucción de Japón. Un país arrasado (literalmente) por dos bombas atómicas, derrotado, humillado y encima ocupado por el ejército que lo venció. ¿De dónde sacaron fuerza para salir adelante?. La enorme entereza del pueblo japonés y un giro inesperado en la perinola de la geopolítica pondrán a Japón en el lugar de potencia que hoy ocupa


LA RECONSTRUCCIÓN DE JAPÓN


Una vez terminada la guerra, Japón quedó ocupado por el ejército norteamericano. Y permanecería ocupado por 7 años más. Eso significa que las decisiones eran tomadas por los estadounidenses (sin intervención del resto de las naciones aliadas). Los japoneses no sólo no tenían autonomía para decidir su futuro, sino que al mismo tiempo estaban siendo juzgados, en su tierra por el ejército que los había derrotado.



Por consiguiente, la reconstrucción tuvo dos partes: la que hicieron los americanos (todo lo referido a lo institucional y político) y la que les tocó encarar al pueblo japonés (profunda reconstrucción interior de lazos y tejido social).

1.      RECONSTRUCCIÓN AMERICANA.

El plan de los estadounidenses era convertir a Japón en un país democrático, al estilo occidental. Para ello tuvieron que encarar una serie de cuestiones:

-          Desmilitarizar a Japón, después de la experiencia de sufrir dos bombas atómicas, los japoneses renunciaron a la guerra y a los ejércitos. Y así lo dejaron asentado en su constitución.

-          Democratizar algunas instituciones: en primer lugar debía eliminarse el carácter sagrado y divino del emperador. La intención no era cuestionar la autoridad misma del emperador, ya habían entendido que su persona funcionaba como elemento de cohesión social para los japoneses. Entonces, descartaron la idea de eliminar la figura del emperador, pero sí era menester quitarle el carácter divino. Una de los principales pilares del modelo occidental del estado es la separación de lo religioso y lo político. Por lo tanto, se mantuvo la figura de Hirohito, pero con un carácter político, tal como ostentan las monarquías constitucionales europeas.

-          Democratizar la tierra: se realizó una reforma agraria donde se redistribuyó la escasa tierra con la que cuenta Japón para que la misma no se encuentre concentrada en las manos de un puñado de terratenientes.

-          Lo que a los norteamericanos no les interesa en lo inmediato es reactivar la industria japonesa. Prefieren mantenerlos controlados, dándoles alimentos, pero lo justo, hasta ahí. No les interesa un resurgimiento económico japonés. Con hambre es más fácil dominarlos. Lo mismo que los soviéticos querían para Alemania, querían los yanquis para Japón.

2.      LA RECONSTRUCCIÓN DEL PUEBLO JAPONÉS.


“El primer paso para la reconstrucción de la patria consiste en establecer
una sana vida pública y, especialmente, en proveer de alimentos suficientes
al pueblo. Los campesinos trabajan para aumentar la cantidad
de sus productos, superando el embargo técnico y tolerando momentos
dolorosos. Sin embargo, la situación alimentaria atraviesa por problemas
sin precedentes, lo que me entristece profundamente. Por supuesto, el
el gobierno debe administrar de manera adecuada, pero, al mismo tiempo,
el pueblo debe superar esta crisis ayudándose y compartiendo lo poco
que tengan, con la conciencia de que son compatriotas. Lamento tener
que exigir de vosotros, que estáis sufriendo el dolor de haber sido
vencidos, pero si no lo superamos resultará en vano nuestro esfuerzo
de reconstruir el país, y de contribuir al desarrollo de otros pueblos. Les
suplico que vivamos como miembros de la  familia-Estado, de este  hermoso y tradicional Estad, y logareis la reconstrucción del país”.
(Fragmento del discurso del emperador
Hirohito por la radio de Japón
15 de agosto de 1945
11.00 am)


A los japoneses les va a tocar otra parte de su propia reconstrucción. Tal vez más difícil, y sin lugar a dudas más profunda y duradera. Al igual que Alemania, era un pueblo en el fondo del abismo, que debía encontrar una razón para levantarse cada mañana, una razón para que los niños vuelvan a sonreír. Se vieron forzados a recurrir a su enorme heroísmo interior y a todas las virtudes de un pueblo ancestral. La clave como siempre fue la solidaridad. En la práctica, y más allá del proceso interno que tuvo que hacer cada individuo y cada familia lo que se encaró como política oficial fueron las siguientes medidas:

-          Oficios inútiles: desde las alcaldías de las ciudades se incentivaban los empleos inútiles. Cada día se estimulaba a las familias a trabajar unidas fabricando artesanías, origamis, etc. Durante el día tenían una razón para seguir adelante, una responsabilidad que cumplir. Por la tarde, la alcaldía les compraba toda la producción del día. Esto solucionaba el tema del sustento, pero fundamentalmente daba motivos para vivir, permitía mantener la mente ocupada y fortalecía los lazos familiares en el trabajo codo a codo.



-          Estos oficios inútiles fueron tan importantes que aún hoy en día existen en Japón los “tesoros vivientes”. Son todos aquellos artesanos que conocen las técnicas ancestrales y tradicionales del Japón. Esas artesanías permitieron que Japón sobreviva a la destrucción. Pero también permitieron que las tradiciones y la cultura japonesas no desaparezcan frente a la fortísima influencia cultural de los ejércitos de ocupación norteamericanos. En la actualidad, a estos tesoros vivientes se los sigue incentivando económicamente y se les brinda todo lo necesario para que sigan existiendo y transmitan sus saberes a la próxima generación.

-          El regreso de las tropas continentales: con la rendición del Japón, 7.000.000 de soldados apostados en el continente asiático retornaron a un país arrasado. Era necesario integrarlos nuevamente a sus familias, a la red de oficios inútiles, a la sociedad. Era necesario buscarles un sentido y una dignificación a cada uno de ellos que había tenido que confrontar con la derrota y la rendición.

Esta reconstrucción interior del pueblo japonés fue posible gracias al profundo sentido de responsabilidad que tienen como sociedad, la responsabilidad de cuidarse los unos a los otros, de no ser indiferentes al sufrimiento de nadie. Ese espíritu colectivo que les viene de su religión, permitió que el tejido social vuelva a reconstruirse como una red primero para soportar la devastación, y luego como trampolín para despegar nuevamente.  Porque el milagro iba a ocurrir, aun cuando entonces nadie lo sabía. El ajedrez de la política internacional de la post guerra le daría una nueva oportunidad al Japón.

DE PAÍS OCUPADO A ALIADO ESTRATÉGICO


El nuevo contexto de la guerra fría planteaba el siguiente escenario: en China había triunfado la revolución de Mao; el Sudeste asiático, evacuado ya de tropas japonesas, estaba en pleno proceso de descolonización de las potencias europeas; Vietnam particularmente se encontraba en una ardua lucha para descolonizarse de Francia. Por lo tanto, cuando EEUU se vea obligado a intervenir en la Guerra de Corea (que analizaremos en profundidad en los capítulos de la Guerra Fría) el único país en Asia con el que podían contar para abastecer a las tropas es Japón. Allí cambia su estatus y pasa a ser un aliado estratégico. Le condonan la deuda por indemnización de guerra, lo que permite desviar muchos fondos que antes se utilizaban para pagar las sanciones y ahora se pueden destinar a producción. Además, el ejército norteamericano necesita todas las manufacturas que pueden producirse en Japón para abastecer a las tropas. Solo los armamentos vendrán de EEUU, no se iban a arriesgar a que Japón volviera a fabricar armas, pero todo lo demás que el ejército precisaba se lo compraban a los japoneses. Eso significó un impulso enorme a la industria japonesa. El otro factor que significó el despegue definitivo, fue la enorme capacidad que los japoneses tienen para imitar, mejorar y hacer más barato y productivo cualquier artículo que caiga en sus manos. Y por esas jugarretas del destino, cayó en sus manos la tecnología más avanzada de la época que era la norteamericana. Así copiaron a la cresta de la ola, la mejoraron, la hicieron más productiva y contaban con el mercado asegurado de la guerra de Corea para colocar su producción. Finalmente todo su trabajo se convertía en éxito.
Todas estas circunstancias permitieron transformar la desgracia en ventajas. La desgracia de estar ocupados por los norteamericanos les permitió acceder a la tecnología más sofisticada del momento para poder imitarla. A eso debía sumarse la gran laboriosidad del pueblo japonés. Pero por sobre todas las cosas, la firme convicción de entender que la guerra fue un error que los llevó a la devastación, y el coraje suficiente para cambiar su paradigma guerrero (toda la cultura ancestral de los samuráis) por un paradigma de trabajo y solidaridad. Cambiaron la espada por el portafolio.

Tanto Alemania como Japón conocieron la peor oscuridad y debieron renunciar a arquetipos muy profundamente arraigados en el espíritu de sus pueblos. Y pudieron hacerlo. Porque vieron con claridad que era la única manera de no desaparecer y perecer como naciones. La historia les dio una segunda oportunidad, pero para poder estar en condiciones de aprovechar esa oportunidad cuando se presentó debían tener “sus deberes hechos”. Si la reconstrucción del tejido social y la íntima reconstrucción de cada individuo no hubiesen estado hechas, no hubiesen servido ni 1000 oportunidades que la Historia hubiese podido darles.

La semana que viene otra dolorosa historia de reconstrucción después de la guerra: Italia. Hasta la próxima...

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