LA LIBERACIÓN DE PARIS (CAP 20)


Los aliados ya pusieron pie en Francia. El general De Gaulle lucha denodadamente para que la "Marcha de Liberación" pase por París antes de dirigirse a Berlín (que es el verdadero objetivo). El general francés no quiere que los aliados intervengan su nación y se repartan su patria...

LA LIBERACIÓN DE PARÍS



Como vimos, después del desembarco en Normandía, ya no se discutía quién iba a ganar la guerra. La suerte de los alemanes ya estaba echada desde el momento en que no consiguieron repeler el desembarco. Lo que faltaba ver era cuál sería la RUTA DE LA VICTORIA, es decir el plan de las naciones aliadas para ir avanzando por territorio europeo, liberando los 12 países que todavía permanecían ocupados, organizarlos y, fundamentalmente replantear la geopolítica mundial del nuevo escenario que comenzaba a prefigurarse con la futura victoria aliada. El reparto de territorios y zonas de influencia se acordaría más adelante, en la Conferencia de Yalta, pero aquí comenzaron a vislumbrarse los planes que los países aliados tenían para repartirse el botín de los países ocupados que iban liberando.

Aquí confluyeron varios momentos delicados: por un lado, los alemanes todavía estaban en París, y Hitler había dado la orden de que si no podían defenderla que la destruyeran; por otro lado, Charles De Gaulle está viendo que el plan de los aliados era, ir liberando los países y en mismo acto dejarlos “clavados” en el  tablero de los aliados. Él no quiere eso para su Francia por la que tanto luchó, y está dispuesto a hacer todo lo posible para que no se trate a Francia como país ocupado sino como aliado, y a él como su líder. Es que el estatus y el consiguiente tratamiento que se le da a los países no es el mismo. No es igual ser una “pobre nación desvalida” que necesita que los ejércitos británicos y estadounidense la liberen de la ocupación y dominación nazi, lo que la deja a merced y con una “deuda de gratitud eterna”; que ser una nación aliada (sin soberanía sobre su territorio, es cierto) con un ejército que lucha codo a codo con los liberadores, y cuyo líder pretende ser tratado como un jefe de estado y sentarse a la mesa de la planificación estratégica. Este último estatus da derechos y no deudas.

Comencemos entonces, primero por analizar a esta figura de una talla histórica no menor que la de los otros líderes aliados. Charles De Gaulle, tenía, entre otros méritos, la grandeza y la agudeza para entender el momento que estaba viviendo Francia, poder manejar lo que se necesitaba de él, y hacer lo necesario para lograrlo:

  • ·        Durante la ocupación, se refugió en Londres, y desde allí, comenzó a organizar lo que sería la Resistencia francesa, que, como dijimos, al principio eran 4 gatos locos, pero al momento del desembarco en Normandía, ya constituía, junto con las tropas coloniales un ejército.
  • ·        Nunca fue reconocido como gobierno en el exilio (como sí sucedió con los polacos). Churchill, Roosevelt y Stalin, nunca le dieron el reconocimiento que se merecía, ni lo tenían en cuenta como uno más a la mesa. Sin embargo, el futuro de Francia estaba en sus manos.
  • ·        Cuando los británicos y estadounidenses vencen a Rommel en África del Norte, De Gaulle, al mismo tiempo consiguió la subordinación de las tropas de los ejércitos coloniales franceses bajo su mando, y comenzó a tener tropas propias. Con ese movimiento, consiguió que los 3 aliados lo miren con otros ojos.
  • ·        El encarnaba todos los valores nacionales, de uno de los países que fue de los primeros en constituirse como estado nacional. Francia, junto con Inglaterra, España y Portugal, fueron de los primeros países de Europa en consolidarse como estados nacionales. Ellos se inventaron el concepto. Por eso, el ideal que los franceses tienen de su nacionalidad es fuertísimo. Son el país de la Revolución, de la Ilustración. De Gaulle encarna ese espíritu y en nombre del legado de Francia, se opone al gobierno de Vichy. Lo tacha de ilegítimo, de humillante y de no representar lo que Francia siempre ha sido. Se planta en los valores franceses y desde allí, convoca a los ciudadanos a rebelarse y resistir al gobierno colaboracionista de Pétain. Desde allí formará la Resistencia.
  • ·        Paralelamente, entiende que su misión es separar los intereses de su Francia, de los intereses de las naciones aliadas. Ya se formó el AMGOT (Gobierno militar aliado para los territorios ocupados), es decir ya hay una institución que se ocupa de intervenir los países ocupados que se van liberando. Pero De Gaulle tiene otros planes. No concibe cómo, si Francia es un país tan grande y determinante en la geopolítica europea, si fue el país de Napoleón, si fue el país que junto con Inglaterra dirigió los destinos del mundo en el siglo 19, si doblegó a los alemanes en Versalles, cómo podría ahora quedar intervenida como cualquiera de los otros países. Solamente De Gaulle en Francia y Tito en Yugoslavia, lograrían, por distintos motivos, quedar fuera de las intervenciones aliadas.
  • ·        Para evitarlo, De Gaulle entiende que debe buscar la manera de que los franceses formen rápidamente un gobierno y creen una institucionalidad viable para que los aliados no intervengan. Para ello debe convencer a todas las facciones de la Resistencia de que es el momento de unirse contra el enemigo común y en favor de Francia.
  • ·        Convence a las tropas de liberación aliadas que es imperativo liberar París. En realidad, para Eisenhower y los suyos, París no tenía ninguna importancia estratégica. Francia era solamente un paso hacia Berlín, que era el gran objetivo de la victoria. Pero De Gaulle, los convence de liberar París antes de dirigirse a Berlín. Al mismo tiempo, el general francés tiene clarísimo que deben ser las tropas francesas las que entren en París para liberarla, porque si los británicos o los estadounidenses entran primero, se la agencian.
  • ·        Las tropas francesas (coloniales y de la resistencia) que De Gaulle había logrado reunir, estaban bajo el mando de Eisenhower. Pero una vez pisado suelo francés en Normandía, se presenta un conflicto. ¿Son parte de las tropas de ocupación aliadas? ¿O son el futuro ejército francés y obedecen a De Gaulle? Esa era su tierra ¿cómo podrían obedecer a otro?

·        Cuando ya las tropas de liberación van en camino, De Gaulle da la orden que se tomen los edificios públicos por parte de la Resistencia, para crear una institucionalidad, para tomar el destino de Francia en sus manos. Entre ellos estarán Yves Montand y Edith Piaf con una ametralladora defendiendo el edificio de la Opera de Garnier.



A todo esto, vimos que la otra gran encrucijada era la orden de Hitler que pendía sobre Paris. Al ver que los ejércitos aliados se dirigían a la Ciudad Luz, el Führer dio la orden de que si no podían defenderla, que la volaran. Todos sabían que no era un bluff, ya que Varsovia había quedado destruida. Dietrich von Choltitz, gobernador militar alemán en París, recibió la orden infame. Debía aguardar un destacamento de tropas para defender la ciudad, y si esto no era posible, llenar los monumentos y edificios más resonantes de explosivos, y volarla. Von Choltitz, no era un traidor, pero tampoco quería pasar a la historia como el miserable que volara París. Él estaba dispuesto a defender la posición alemana, si llegaba el destacamento de apoyo. En cuanto a la parte de la orden que disponía la colocación de los explosivos, si bien no la desobedeció, hizo todo cuanto pudo por ralentizar el proceso al máximo, para no verse en la obligación de cumplirla. Este fue otro de los comandantes alemanes, que demostró que hay órdenes que no pueden obedecerse sin más. Sería un gran precedente al momento de los Juicios de Núremberg.

Volvamos ahora a la liberación de París. Cuando los parisinos, ven que las tropas que están entrando para liberar la ciudad, son francesas, la alegría que sienten solo es comparable con la amargura y desolación que sintieron cuando los tanques que entraban eran alemanes, allá por 1940. 


Lo que terminaría de consolidar a De Gaulle como líder indiscutido de Francia, fueron aquellas inolvidables imágenes del desfile por Notre Dame, cuando francotiradores alemanes (que todavía quedaban) apostados en edificios cercanos al desfile, abrieron fuego indiscriminadamente. Mientras la multitud se agachaba para guarecerse de los disparos, De Gaulle se irguió, cuan alto era y “caminó entre las balas”. Allí se constituyó como el legítimo líder de la Francia liberada. Allí se constituyó el gobierno francés. Él fue quien hizo la diferencia. Fue gracias a su capacidad de comprender los tiempos que le tocó vivir que Francia se salvó de ser tratada como el resto de las naciones liberadas. Si bien De Gaulle no fue invitado a la Conferencia de Yalta (lo que dejaba en claro que Francia era parte de los territorios que pensaban dividirse), a pesar de dar la talla histórica junto a los otros 3; los líderes vencedores no lo tendrían en cuenta. En aquella época, “si no estabas en la mesa, estabas en el menú”. Y Francia resultó en cierta medida parte del menú, porque el nuevo régimen geopolítico mundial que se negoció en Yalta, la incluía de alguna manera; pero sin ninguna duda el trato diferencial que recibió respecto del resto de naciones liberadas, tuvo que ver con la capacidad, la astucia y la determinación de De Gaulle. Es por eso que en Francia, en el museo de la guerra, lo tienen a la altura de Napoleón.

Sin embargo, a De Gaulle le va a pasar lo mismo que a Churchill, quien poco tiempo antes de la finalización del conflicto perderá las elecciones, porque el hombre que llevó a los británicos a la victoria en la guerra, no era el adecuado para dirigirlos en tiempos de paz. En Francia, cuando se establece el gobierno y la cosa se pacifica, las facciones de la resistencia que se habían reunido bajo el mando de De Gaulle, ya sin el enemigo común, comienzan a dividirse. De Gaulle renunciará, y luego lo llamarán nuevamente cuando sea la crisis con Argelia.

A pesar de todo, la posguerra francesa no será más fácil que la del resto. Todas fueron durísimas, cada una por sus razones. Y es que Francia, al liberarse, salió de uno de los episodios más vergonzosos de su historia: el gobierno de Pétain y la Francia de Vichy. Ya hemos mencionado que las opciones del héroe de Verdún no fueron fáciles, pero de ahí, a constituir un régimen que colaboró con el holocausto, que entregó voluntarios franceses para ayudar el esfuerzo bélico alemán y fueron trabajadores esclavizados, que entregó a los republicanos españoles que se habían refugiado después de la guerra civil española, hay un enorme trecho.

La posguerra será amarga, como dijimos, allí se juzgará a los que colaboraron. En todos los niveles. A las mujeres francesas que se acostaron con alemanes, se las rapará y se las hará desfilar para el escarnio del pueblo (como en la escena de Game of Thrones). Muchos de los colaboracionistas se irán a Argelia (donde luego habrá nuevas crisis en los tiempos de la descolonización). A Pétain lo juzgarán y lo condenarán en un juicio histórico.

Pero de las tragedias y de la amargura siempre surgen “tesoros”. Así como en Italia surgió el neorrealismo italiano en el cine para contar las desdichas de la posguerra, en Francia, de la mano de Jean Paul Sartre y de Simone de Beauvoir, el existencialismo filosófico marcará el pensamiento de la segunda mitad del siglo XX. Esta corriente es la expresión más desengañada de quienes han perdido la fe en la naturaleza humana.

#El ser y la nada
# Albert Camus (existencialismo llevado a la literatura)
“Nunca fuimos más libres que durante el tiempo de la ocupación”
“Estamos condenados a ser libres”
(JEAN PAUL SARTRE)

El existencialismo de Sartre plantea toda una teoría sobre la libertad en estas dos frases. La primera muestra cómo la libertad se valora en plenitud solo cuando se pierde. La segunda plantea una responsabilidad óntica (de hacernos a nosotros mismos a través de nuestras decisiones) y ética (de responder por nuestros actos). Esta filosofía marcará en forma indeleble los juicios y los procesos que estaban por venir.


La semana que viene los espero con un evento que determinará por completo la segunda mitad del siglo XX: La conferencia de Yalta. ¡Hasta la próxima!




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